Llegan noticias contradictorias sobre el paro y las previsiones que se derivan de las estadísticas oficiales. El Producto Interior Bruto de España crece en el primer trimestre del 2014 un 0,4% y el Gobierno anuncia que se ha marcado como objetivo la recuperación de 600.000 empleos en dos años. En la otra mitad de la botella, la Encuesta de Población Activa (EPA) recuerda que las personas en edad y disposición de trabajar se redujeron en el último en 424.500 personas, que el número de hogares que tienen todos sus miembros en paro roza los dos millones, de los que 736.900 familias no tienen ingreso alguno. Contradicciones que generan dudas y argumentos para volverse loco.

 

Lo que es evidente es que hay más jubilaciones, más ERE y que muchas personas soportan los efectos del desempleo echando mano de la economía sumergida y la red familiar, especialmente de los abuelos. “El drama es que se quiebra el modelo socioeconómico de los últimos años sin tener una alternativa clara, que esta ruptura está produciendo profundas divisiones en la sociedad, saltando las costuras, y que la presunta armonía que nos ha acompañado en tiempos de bonanza se deshace en mil pedazos”, asegura el presidente de Patim. “Os imagináis una familia compuesta por cinco personas, de las que cuatro están en edad de trabajar, y nadie tiene un empleo, cómo estructuramos estos núcleos familiares, cómo paliamos o evitamos que nazcan alteraciones en la convivencia y en el marco de relaciones externas de las personas que componen estos núcleos”.

Esta inestabilidad familiar genera un problema mucho mayor a medio plazo: “distorsiona los valores y altera las expectativas de futuro de toda una generación”, advierte Francisco López y Segarra. “No se puede asentar el futuro de los jóvenes porque el valor de la experiencia se está perdido y muchas personas con en torno a los 50 años, en plena madurez, todavía no ha logrado la estabilidad que les permita afianzar los proyectos de futuro de la siguiente generación”. Tras seis años de naufragio laboral, el número de personas que llevan un año sin empleo y que tienen difícil encontrar un trabajo sigue creciendo hasta alcanzar los 3,6 millones, más del 60% del total de desempleoados.

En este mar laboral revuelto por las cifras, desde Patim, nos gustaría aportar algunas reflexiones. Desde hace años mantenemos programas de empleo, formación y orientación laboral. Incluso hemos abierto una Agencia de Colocación en plena crisis para seguir dando respuesta a la exclusión social y laboral. Por ello, vemos necesario fijar la mirada en los que menos tienen y ayudar a las personas que no van a encontrar un empleo y no se pueden reciclar. Mantener las pensiones a las personas con dependencia, incluso promover una edad de jubilación más temprana. Descubrir nuevos yacimientos de empleo y, especialmente, vender conocimiento, un talento que en estos momentos nos está abandonando para subsistir. Fomentar la innovación y el emprendimiento entre los jóvenes es, hoy en día, fijar una base sobre la que construir futuro. Tanto como sincronizar, incluso sintonizar la educación y las necesidades del mundo empresarial, para reducir buena parte del paro estructural.

Confiamos en que estas ideas sirvan para generar otras nuevas que resuelvan las dudas sobre la celebración que hoy llamamos el día del (des)empleo.